Milei celebra un acuerdo con Estados Unidos mientras crecen las dudas sobre su impacto real en la producción local

El gobierno de Javier Milei volvió a lanzar un mensaje de autocelebración al anunciar un nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos, al que calificó como un “hito histórico” y como la puerta de entrada a un supuesto “grupo selecto de naciones con preferencias comerciales”. Sin embargo, detrás del tono triunfalista aparece un interrogante clave: ¿quiénes serán realmente los beneficiados y qué sectores de la economía argentina podrían quedar aún más expuestos?

A través de un comunicado oficial, la Oficina del Presidente afirmó que el entendimiento con Washington “abre nuevas oportunidades para el crecimiento” y representa un “profundo reconocimiento” al programa económico del Gobierno. Según detallaron, el acuerdo contempla la ampliación del acceso de la carne bovina argentina al mercado estadounidense y la promesa de trabajar para eliminar barreras no arancelarias en el comercio agroalimentario bilateral.

Estados Unidos, además, se compromete a reducir o eliminar aranceles sobre productos que —según aclararon— no se fabrican en su territorio. Por su parte, Argentina deberá otorgar preferencias arancelarias en determinados rubros, lo que implica una mayor apertura a bienes de capital e insumos provenientes del exterior. Para el Gobierno, esto ayudará a “fortalecer la competitividad” y ampliará la oferta de productos para los consumidores.

Sin embargo, especialistas del sector productivo vienen alertando que este tipo de acuerdos, impulsados sin una estrategia industrial clara, suelen favorecer a los países con mayor capacidad exportadora —como Estados Unidos— y profundizar la dependencia de las economías más vulnerables. Productores locales temen que la eliminación de aranceles termine debilitando aún más a las pequeñas y medianas industrias nacionales, que ya enfrentan caída de ventas, tarifazos y la falta de políticas de protección.

Mientras Milei insiste en presentar cada anuncio como una conquista internacional, lo cierto es que la Argentina atraviesa un escenario crítico: salarios a la baja, jubilaciones deterioradas y un aparato productivo que funciona con recursos cada vez más escasos. En ese contexto, el acuerdo con Estados Unidos aparece más como una puesta en escena del Gobierno que como una herramienta real para el desarrollo nacional.