A pesar de los mensajes oficiales que intentan transmitir señales de recuperación, los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) confirman una realidad muy distinta para millones de trabajadores: los salarios volvieron a perder contra la inflación en marzo.
El informe más reciente del organismo revela que los ingresos crecieron, en promedio, un 3% durante ese mes, por debajo del 3,7% que marcó el índice de precios. Esto significa que, una vez más, el sueldo de los argentinos rindió menos a la hora de hacer las compras, pagar servicios o enfrentar los gastos cotidianos.
La situación se agrava si se tiene en cuenta que, en lo que va del año, los salarios acumulan una suba del 10%, claramente por detrás de la inflación del primer trimestre. En este contexto, la posibilidad de recomponer los ingresos a través de las paritarias se ve limitada por las restricciones que el Gobierno nacional mantiene sobre las negociaciones entre gremios y empleadores.
Al analizar los datos más en detalle, se observa que los trabajadores del sector privado registrado fueron los más perjudicados, con un aumento de apenas 2,2% en marzo. El sector público tuvo una suba del 3,3%, mientras que los empleados informales, paradójicamente, fueron quienes mejor parados quedaron, con una mejora del 5,1%.
La diferencia entre esos porcentajes y la inflación implica una pérdida concreta de poder de compra: los trabajadores en relación de dependencia del sector privado perdieron 1,5 puntos, los estatales 0,4, y solo los informales ganaron algo de terreno, con una leve mejora de 1,4 puntos.
El panorama anual es todavía más preocupante. En los últimos doce meses, el índice general de salarios subió 85,7%, pero dentro de ese promedio hay disparidades notables. Mientras que los trabajadores del sector informal vieron subir sus ingresos un 183,1%, los del sector privado formal lo hicieron solo un 75,8%, y los empleados públicos, apenas un 66,7%. Todo muy por debajo de la inflación acumulada en ese mismo período.
En la comparación con diciembre del año pasado, el salario promedio subió 10%, pero esta mejora también está lejos de ser pareja: fue impulsada casi exclusivamente por el aumento del 23,2% en el sector no registrado. El sector privado registrado subió apenas 6,9%, y el público un 8,9%.
Así, mientras los precios siguen subiendo y el costo de vida se encarece, los trabajadores formales —justamente los que deberían tener mayor estabilidad y protección— son los que más sufren el deterioro de su poder adquisitivo. Una señal de alerta que resuena en los hogares y que refleja las dificultades concretas de llegar a fin de mes.