La Confederación General del Trabajo (CGT) está organizando una nueva movilización para el 7 de agosto, Día de San Cayetano, patrono del trabajo. La protesta se perfila como una de las más importantes del año, con el objetivo de enviar un fuerte mensaje político al Gobierno de Javier Milei, en medio de su creciente debilidad institucional y su agenda de ajuste.
La movilización, que partiría del santuario de San Cayetano en Liniers, todavía no tiene destino definido —se barajan la Plaza de Mayo o el Congreso—, pero ya cuenta con el aval de buena parte del sindicalismo y un respaldo reservado desde sectores de la Iglesia. La CGT planea convocar a las dos CTA, a los movimientos sociales nucleados en la UTEP y también al peronismo, especialmente al espacio que encabeza Axel Kicillof, a quien muchos gremios ven como el principal referente de cara al futuro.
Desde el entorno cegetista no descartan sumar a los jubilados que cada miércoles protestan frente al Congreso, unificando los reclamos populares en una sola jornada de lucha.
La fecha se eligió con precisión: Milei viene de sufrir un traspié legislativo en el Senado y atraviesa un escenario cada vez más tenso con los gobernadores. En ese contexto, los gremios buscan reposicionarse y recuperar protagonismo, tras semanas de bajo perfil. Además, dan por agotada la vía del “diálogo institucional” a través del Consejo de Mayo, un órgano que el Gobierno intentó lanzar para avanzar en una reforma laboral y que, según denuncian, fue rápidamente desactivado.
En paralelo, se vienen multiplicando las señales de confrontación. El Frente por la Soberanía, el Trabajo y el Salario ya se movilizó contra el ajuste de Sturzenegger, y esta semana la CATT, con los Moyano al frente, instaló ollas populares en Plaza Constitución.
La CGT se endurece, toma la calle y se prepara para tener un rol central no solo frente al Gobierno nacional, sino también en el armado político del peronismo de cara a las elecciones que se vienen.