La película Homo Argentum, protagonizada por Guillermo Francella y dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, se convirtió en un éxito de taquilla desde su estreno. Sin embargo, más allá del fenómeno cultural, la producción desató una fuerte polémica política en torno a su financiamiento.
El presidente Javier Milei celebró públicamente el filme como un símbolo de “éxito privado”, destacando que la realización “no contó con un peso del Estado”. En la misma línea, el propio Francella y figuras cercanas como Luis Brandoni insistieron en que la obra fue posible gracias a capitales privados, sin subsidios estatales.
Pero la realidad demuestra otra cosa. Según documentación oficial, Homo Argentum fue beneficiada con fondos del programa BA Producción Internacional del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo del entonces ministro de Desarrollo Económico, Roberto García Moritán. En ese marco, la película recibió un subsidio estimado en 150 millones de pesos, que representa un reintegro de hasta el 25 % de la inversión realizada.
Esto significa que, lejos de ser un producto “100% privado”, la película combinó un fuerte aporte de capital privado —encabezado por Pampa Films, Disney y coproductores internacionales— con un financiamiento público otorgado por la Ciudad. El presupuesto total de la producción ascendió a unos 5,5 millones de dólares, convirtiéndola en una de las más costosas de la historia reciente del cine argentino.
La contradicción genera debate: mientras Milei sostiene un discurso de rechazo a los subsidios culturales, la película que eligió como ejemplo de “autosuficiencia privada” se benefició con recursos públicos. Y mientras Francella intenta despegarse de la polémica, los documentos oficiales demuestran que Homo Argentum formó parte de una política estatal de apoyo al cine con proyección internacional.
El caso expone una doble vara en el discurso libertario: se critica la ayuda estatal cuando se trata de producciones ligadas a sectores opositores, pero se celebra cuando los beneficiarios forman parte de proyectos afines o prestigiosos en el mercado.
En definitiva, Homo Argentum no solo generó debate en las salas de cine: también puso en primer plano la discusión sobre qué significa realmente “financiamiento privado” en la cultura argentina y hasta dónde el Estado sigue siendo protagonista en la industria audiovisual.