Con voz firme pero cargada de emoción, Lucía Soria, vecina de Máximo Paz e integrante de la Red de Promotoras Territoriales de Género y Diversidad, tomó la palabra este jueves en la IV sesión ordinaria del Honorable Concejo Deliberante de Cañuelas. Fue en el marco de la Banca Abierta, un espacio de participación ciudadana donde la comunidad puede alzar su voz frente a sus representantes.
Soria llegó para poner sobre la mesa una preocupación compartida por muchas vecinas y vecinos: la posible pérdida de un espacio simbólico y profundamente significativo. Se trata del santuario levantado en la esquina de 25 de Mayo y Rivadavia, en Máximo Paz, donde hace 19 años fueron hallados los cuerpos de Flavia Aguirre y Andrea Lungo, dos jóvenes brutalmente asesinadas en un doble femicidio que conmocionó a la comunidad y al país.
“El 21 de abril de 2006 nuestras vecinas fueron violadas y asesinadas. Sus cuerpos fueron encontrados en un terreno baldío que por entonces era un monte. Nunca hubo justicia: el proceso judicial no logró condenar a los responsables. Pero el dolor no se borra, ni para sus familias, ni para toda Máximo Paz”, recordó Soria ante la atención del recinto.
Desde entonces, el lugar se convirtió en un punto de memoria: un monolito, dos cruces, flores. Un sitio sencillo pero cargado de significado, que año tras año es visitado por familiares, vecinos y vecinas para recordar, abrazar el dolor y renovar el compromiso colectivo contra las violencias de género.
Sin embargo, el pasado 15 de mayo, esa memoria se vio amenazada. Vecinos notaron que en el terreno donde está ubicado el santuario se habían iniciado obras para cercarlo con muros de hormigón, abarcando no solo la esquina sino también una edificación lindera. Consultadas las autoridades municipales, informaron que el terreno habría sido adquirido por un comerciante local, aunque con serias dudas sobre la legalidad de la transacción. Tras la intervención de la comisaría de Máximo Paz, la obra fue frenada. Según lo informado, el supuesto comprador desistió de continuar con la operación.
“No podemos permitir que un lugar de homenaje y lucha se pierda por intereses privados o irregularidades administrativas”, sostuvo Soria. Y agregó: “En tiempos donde gritamos Ni Una Menos, donde luchamos día a día contra los femicidios, la apropiación de este espacio generó una indignación profunda en Máximo Paz”.
Durante su exposición, también destacó el trabajo de la Red de Promotoras de Género y Diversidad, conformada en 2020 como parte de una articulación entre la Secretaría de Mujeres, Igualdad de Género y Diversidad de Cañuelas y la Mesa local de Violencia. “Somos vecinas, integrantes de organizaciones sociales y políticas, que trabajamos desde el territorio con amor, empatía y compromiso”, dijo, subrayando el objetivo principal del espacio: la prevención, reflexión y acción frente a la violencia de género.
Desde la Red solicitaron formalmente al Concejo Deliberante la preservación permanente del santuario y la posibilidad de que en ese lugar se genere un ámbito de trabajo comunitario vinculado a la promoción de derechos y la construcción de una vida libre de violencias. “Sería un gesto de justicia simbólica y de profundo respeto hacia la memoria de Flavia y Andrea”, expresó Soria.
El pedido quedó registrado en el acta de la sesión y ahora resta conocer la voluntad política de los bloques para avanzar en una solución concreta.
Porque la memoria no se cercena. Porque la violencia machista deja marcas, pero también fortalece luchas. Porque Flavia y Andrea no se olvidan.