El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció la disolución del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa), calificándolo como “un antro de corrupción”. Esta medida ha desatado una tormenta de críticas y preocupaciones sobre el acceso al agua potable y cloacas en todo el país.
La decisión de Caputo ha sido cuestionada por su falta de transparencia y precisión. El Enohsa, creado en 1963, ha sido fundamental en la gestión de obras hídricas y saneamiento en Argentina. Con 116 obras prioritarias en curso, su cierre pone en riesgo la infraestructura básica para la salud y bienestar de la población.
El Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias denunció que el cierre del Enohsa afectará a 230 empleados altamente calificados. La Subsecretaría de Servicios Hídricos, propuesta como reemplazo, cuenta con solo 124 empleados, lo que genera dudas sobre su capacidad para asumir las funciones del Enohsa.
Críticos argumentan que la disolución del Enohsa es un paso hacia la privatización de los servicios de agua potable y cloacas. Esto podría beneficiar a empresas privadas, pero perjudicaría a la población más vulnerable.
La sociedad argentina exige transparencia y responsabilidad en la gestión del agua potable y cloacas. Es hora de evaluar las consecuencias de esta medida y buscar soluciones que garanticen la accesibilidad y calidad de estos servicios básicos para la población.