En un contexto social marcado por la crisis económica y el desfinanciamiento del sistema de salud pública para adultos mayores, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires evalúa la puesta en marcha de un subsidio económico dirigido a jubilados en situación de vulnerabilidad. La iniciativa, que aún se encuentra en etapa de estudio, se daría a conocer formalmente después de las elecciones comunales del 18 de mayo.
La propuesta fue deslizada por el propio jefe de Gobierno, Jorge Macri, quien reconoció la dramática realidad que atraviesan miles de adultos mayores. “Deben elegir entre comprar comida o medicamentos”, sostuvo en declaraciones recientes. La frase, cargada de una crudeza innegable, surge tras los fuertes recortes en la cobertura del PAMI y en medio de una escalada inflacionaria que castiga con particular dureza a quienes perciben haberes mínimos.
El subsidio alcanzaría a jubilados que cobran la mínima y no reciben apoyo familiar, un grupo creciente que hasta hace poco tiempo era sostenido por una clase media hoy asfixiada por la pérdida del poder adquisitivo. “La clase media que ayudaba a sus padres ya no existe”, admitieron desde el entorno de Macri.
Aunque los detalles aún no están cerrados, se evalúa que el beneficio se transfiera directamente a través de cuentas bancarias, a fin de agilizar su cobro. Sin embargo, el momento en que la medida se plantea —a tan solo días de una elección— no deja de generar lecturas en torno a su oportunidad política y a la intención de generar un gesto simbólico más que una solución estructural.
La situación de los jubilados viene siendo objeto de reclamos crecientes por parte de organizaciones sociales y de salud, que denuncian la falta de cobertura, los aumentos en los medicamentos y la creciente precariedad en la vejez. Frente a ello, el posible subsidio, aún sin fecha cierta, aparece como un paliativo limitado y, para algunos sectores, como una respuesta más electoral que estructural.