Argentina volvió a quedar en una posición de aislamiento internacional al rechazar una declaración clave de la Asamblea General de las Naciones Unidas vinculada a la salud pública. Junto a Estados Unidos, el gobierno de Javier Milei fue el único que votó en contra de un documento respaldado por 176 países, que busca integrar la prevención y el tratamiento de las enfermedades no transmisibles con políticas activas de salud mental y bienestar.
La iniciativa, aprobada por amplia mayoría, propone una estrategia global con metas concretas hacia 2030, en un contexto marcado por las consecuencias sanitarias, sociales y económicas que dejó la pandemia de COVID-19. Paraguay, en tanto, optó por abstenerse.
El texto plantea objetivos claros y medibles, entre ellos reducir en 150 millones la cantidad de personas consumidoras de tabaco, lograr que otras 150 millones tengan la hipertensión bajo control y ampliar el acceso a servicios de salud mental para al menos 150 millones de personas más en todo el mundo. Además, impulsa que el 80% de los países adopte marcos legales y políticas públicas específicas, y que una proporción similar de los sistemas de atención primaria garantice medicamentos y tecnologías esenciales a precios accesibles.
La declaración parte de un diagnóstico contundente: las enfermedades no transmisibles —como las cardiovasculares, el cáncer y la diabetes— provocan alrededor de 18 millones de muertes prematuras cada año. A eso se suma que más de mil millones de personas viven con algún trastorno de salud mental. En ambos casos, se destacan factores de riesgo evitables, como el consumo de tabaco y alcohol, las dietas poco saludables y la contaminación ambiental.
El documento también amplía el enfoque tradicional al incorporar la salud bucal, los cánceres infantiles, el impacto del uso excesivo de pantallas y los determinantes ambientales, y advierte sobre la necesidad de financiamiento sostenible y cooperación internacional en un escenario global atravesado por restricciones económicas.
El rechazo argentino se alineó con la postura de Estados Unidos, que cuestionó los apartados que reconocen el derecho a la salud sexual y reproductiva y promueven un enfoque de género. En particular, el texto señala que las mujeres enfrentan una carga adicional frente a estas enfermedades, no solo por razones biológicas sino también por su rol social como principales cuidadoras.
La decisión del gobierno de Milei refuerza una política exterior cada vez más distante de los consensos multilaterales y deja a la Argentina fuera de una agenda sanitaria global que apunta a prevenir muertes evitables y garantizar derechos básicos, en un país donde el ajuste también golpea de lleno al sistema de salud.
